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De cómo un reino pudo extinguirse. O De cómo las historias comienzan sin terminar. O De cómo comenzar.

 

Aquel lejano reino era conocido porque allí vivía un hermoso príncipe poseedor del más bello y luminoso “cordón de seda”.

Aquel cordón tenía la virtud de hacer sentir a quien lo luciera, único y especial entre todos los iguales.

El príncipe adornaba sus vestimentas atando de un modo diferente cada día, el cordón entre sus ropas. Se sentía orgulloso y llevaba su atuendo como la tarea más importante a realizar en su vida. Por esto, la gente en aquel reino, lo veía poderoso.

Sólo él en algunos momentos de silencio alcanzaba a saber, que aquel poder no le pertenecía. Dependía que en el otro extremo del cordón estuviese la reina… sujetando la luz del extremo invisible…

Cuando este silencio lo aturdía, salía al lugar más ruidoso de la ciudad y para creer su fortaleza desarrollaba un extraño ritual… Conquistaba en un salto olímpico a alguna mujer del pueblo. Al momento de la conquista, le seguía una confusa y potente danza de protección.

El cordón se estiraba. Por un instante eterno se sentía fuerte. Por un instante creía su nuevo y propio camino. Llegaba a sentir hasta el retumbe vivo de su corazón.

Pero finalmente…todo cambia. El cordón lo regresa a su límite.

Él… abandona.

El cordón restituye su brillo.

Y su espejo le restituye esa imagen sonriente de emperador. Sin luz propia pero con resplandor para el pueblo.

El reino finalmente un día, cayó en grave peligro de extinción.

Sólo continuaba la descendencia cuando alguna doncella con mandatos milenarios desgarraba de sus entrañas pequeños hijos con destino de soledades.

 

De quien será la responsabilidad del destino de aquel reino?

 

Del cordón?

Del príncipe que se contenta con simulacros sin conseguir vincularse íntimamente con otro ser?

De las doncellas incapaces de imbuir de valentía al príncipe para que finalmente llegue hasta ellas?

De la reina que sostiene el otro extremo del cordón convencida de que es su tarea aún después de muerta?

Del rey que no llego nunca a dar la mano a la reina en aquella historia?

O de todos los que se pusieron a señalar la culpa y olvidaron poner sus corazones inteligentes y sus caricias a tejer nuevas tramas que permita vivos y diferentes hilos luminosos para amar en libertad?

 

                                                                                              Diana Lorenzo (2006)